¡¡A quién madruga Dios le ayuda!! o al menos eso dicen, el despertador sonó a las 6.30 a.m. y por mucho croquis que tenía en mente para salir lo antes posible, entre preparos y los típicos imprevistos que surgen al ser padre, partimos de Cádiz a las 8.00 a.m., un caminito donde la lluvia no se separó de nosotros en ningún momento y a pesar de ello llegamos al Ceulaj a las 10.30, supongo que le tendré que dar las gracias a Dios.
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Una buena bienvenida |
Entramos al recinto, nos identificamos y vamos derechitos a la habitación para soltar las maletas. Las instalaciones del
Ceulaj son tremendas, de lo mejorcito que he visto. Zonas verdes, piscina, pistas de tenis y padel, comedores, espacios reservados para el alojamiento, salas de muchas dimensiones para distintos fines, para estas jornadas se contaba con una inmensa sala y otras algo más pequeñas.
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Más quisieran muchos hostales tener estas habitaciones |